Mi ¡basta ya! llega en mi 40 aniversario con una gran crisis. Nada de pareja, ni de hacerme mayor, no, una crisis existencial de la de verdad, la de encontrar el sentido a tu vida. ¿Qué he hecho desde los 30 a hoy? He postergado mis necesidades, sueños y pasiones. Estoy más atada que nunca y me siento vacía. ¿Vacía? ¡Pero si lo tengo todo! Sí amiga, has tirado y tirado, pero totalmente desconectada, ya no sabes quién eres ni qué quieres, te has descuidado y ni siquiera reconoces tu mal carácter.
¡Me niego rotundamente a sentir lo mismo a mis 50! Este fue mi «click».
Mi intuición me llevó a estudiar yoga, aprendería al menos a parar y a conocerme…Y así empezó mi segunda etapa formativa, mi segunda vida, la del autoconocimiento, autocuidado y vivir la vida, mi vida. La carrera más larga y gratificante del mundo.
Me formé como profesora de yoga cuyo aprendizaje y estudio te obliga a tener una rutina de práctica diaria. Más adelante, añadí el coaching a través de la escritura terapéutica.
Un día cualquiera, vi a la entrada del cole a las demás madres llegar “como pollo sin cabeza” mientras yo llegaba tranquila y feliz, como si fuera una peli que ves desde fuera, y salí de una dura reunión de trabajo con serenidad y temple, sabiendo bien lo que estaba y lo que no estaba en mi mano. Me sentía muy distinta. Me di cuenta que algo en mí había cambiado. Nada externo sino mi forma de pensar y vivir las situaciones. Mi energía, mi humor, mi mirada. Ahora tenía mi talismán. MI rutina. Una rutina que cambió mi vida interna, la de cómo me hablo, organizo y veo las cosas. La de saber quién soy y lo que quiero. La de descubrir mis auténticos valores, sobre los que construir mi vida y tomar decisiones.
Seguí formándome con más cursos sobre abundancia, propósito, organización personal y múltiples lecturas sobre crecimiento personal y hábitos. Hoy aplico rutinas en todas las áreas de mi vida y puedo decirte que he podido comprobar su poder.
Gracias a este trabajo, soy consciente de que mi vida es fruto de mi familia, cultura, entorno, aprendizajes y experiencias. Esta es una mochila que arrastras contigo. Mi afán de niña perfecta, los miedos, la búsqueda de aprobación externa y del “éxito” sumaron piedras a esta mochila. Desde mi infancia, viví apenas enfocada en mis propios deseos, nunca me enseñaron. Con todo, me convertí en una mujer adulta, feliz y realizada.
Como madre, estos valores inculcados siguieron en mí, mismos miedos, perfección y éxito, pero por partida doble.